lunes, 29 de noviembre de 2010

República sin ciudadanos



“Y estos indios a quienes llamamos ciudadanos, ¿de qué servirán a la república?”  (Tavara 1856:20)  Si bien esta frase pertenece a un pensador del siglo XIX, al observar esta foto parece  ser una idea demasiado cercana.
En su texto, Flores Galindo, explica que en la época de la colonia se homogenizó a los que pertenecían a diversos grupos étnicos como los quechuas, aymaras, chocorvos, chachapoyas, chancas, y optaron por llamar a todos “indios”.
De la misma manera, la sociedad actual heredó esta forma de concebir a todas las personas oriundas de la sierra y amazonía como personas ignorantes, analfabetas y escasas. Y por ende, pensar en qué tan útil pueden ser ellos para la formación de leyes y administrar el estado, no está tan lejano del pensamiento de dos siglos pasados.
Cuando se infunden prejuicios como éste, se justifica el desprecio hacia ellos y la ideología de que son una raza inferior a la “nuestra”.  Cuando la verdadera razón para no haber logrado el mismo desarrollo y éxito profesional se debe a que el abandono del estado dificulta un desarrollo parejo.
No obstante, la actitud que tomaron al realizar actos de violencia no debería estar justificada como tampoco la creencia común de los años 80 de que toda persona procedente de zona rural era terrorista potencial. Homogenizar y relacionar: indio-terrorista logra que se justifique nuevamente varios aspectos negativos a cierta raza y desprestigiarla, darles la condición de ciudadanos desdeñables. Para así, cometer abusos respaldados y negar derechos cuando en muchos casos había personas inocentes o que ya se habían rendido.

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